En 1925, se reencontró con Jehanne d’Alcy, que había sido una de sus principales actrices y por aquel entonces regentaba un quiosco de juguetes y golosinas en la estación de Montparnasse. Se casaron y trabajaron juntos en el quiosco. La película ‘La invención de Hugo’ nos traslada ahí, con un Méliès anciano y olvidado por todos. Aunque en realidad no es fue así del todo: el mismo año en que se casó su obra fue redescubierta por la vanguardia cinematográfica francesa, especialmente por los surrealistas, que reivindicaron su figura y en 1931 le reconocieron con la Legión de Honor.
Aquel ilusionista que llevó la magia al cine y creó los primeros efectos especiales, pasó el resto de sus días vendiendo juguetes en la estación de Montparnasse para los niños: aquellos que todavía creen en la magia.